La contaminación lumínica y acústica pueden suplantar los estímulos naturales que necesitan los animales.
Contaminación lumínica y acústica afecta a la vida silvestre.
Una investigación de la Universidad Estatal de Utah (USU) proporciona un marco para comprender cómo la contaminación lumínica y acústica afecta a la vida silvestre.
Esta investigación es el producto de un esfuerzo entre expertos mundiales en ecología y fisiología y revela la presencia de zonas de peligro sensorial. Es decir, áreas donde los contaminantes sensoriales influyen en la actividad de los animales.

El estudio se publica en la revista Nature Ecology and Evolution. El artículo es un trabajo en colaboración con el investigador principal Neil Carter, profesor asistente de la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad. Desde el punto de vista de la biología de la conservación, no sabemos cómo mitigar los efectos de la contaminación sensorial si no sabemos cuál es la vía del daño, dijo Carter.
Aunque estos resultados tienen consecuencias para las especies en peligro de extinción, también sugieren formas en las que podemos usar la luz y el sonido para manejar la vida silvestre urbana; mitigar colisiones entre vehículos y vida silvestre o prevenir daños agrícolas, dijo David Stoner, profesor asistente de investigación en el Quinney College of Natural Resources de la USU.
La contaminación lumínica y acústica desorienta a la vida silvestre.

En su estudio, los autores dan el ejemplo de la conmemoración anual del 11 de septiembre de la ciudad de Nueva York. La conmemoración coincide con la migración anual de aves de las regiones del norte a las zonas de invernación en América Latina. Debido a que las aves usan señales celestes durante su migración, los 44 focos que forman dos pilares de luz pueden atraer hasta 15,000 aves en una sola noche.
Las aves volarán en círculos dentro de las vigas hasta la mañana, a menudo muriendo por agotamiento y colisiones con estructuras iluminadas artificialmente.

Tanto la contaminación lumínica como el ruido del tráfico pueden suplantar los estímulos naturales. Por ejemplo, las luces artificiales cubren el resplandor de la luna, evitando que los pájaros o los insectos lo detecten. O bien, el ruido del tráfico puede enmascarar las frecuencias del canto de los pájaros, dicen los investigadores.
Estos contaminantes también pueden desviar la atención de un animal. Un puma que caza ciervos puede distraerse con los faros o el ruido de la carretera.
Tenemos que entender los mecanismos y las implicaciones de la contaminación.

Si entendemos el mecanismo en juego, tal vez podamos idear intervenciones y soluciones específicas para minimizar el efecto del impacto de los humanos, dijo Davide Dominoni, coautor del estudio. Por ejemplo, la luz tiene muchas propiedades. Al cambiar algunas de estas propiedades, podríamos minimizar el impacto que la contaminación lumínica tiene en la vida silvestre.
La iluminación nocturna y el sonido causado por los humanos no están localizados solo en ciertos hábitats y ciertos países. Es un fenómeno global, dijo. Aclarar estos mecanismos puede ayudar a desarrollar soluciones para la pérdida de biodiversidad y los impactos antropogénicos en todo el mundo.

Además de esta investigación otros estudios han demostrado que la contaminación lumínica afecta a las hormonas y al sueño de las aves y de otras especies. Además de que contribuye al declive de los insectos de los que las aves se alimentan.
Con información de Science Daily.
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